Estoy toda emocionada porque por fin estoy tomándome el tiempo de escribir sobre algo que me ha apasionado hace muchos años.
El cuidado y la buena administración de nuestro planeta.
Si no leíste mi intro al tema de hace algunas semanas, aquí está.
Y bueno, hoy vamos a ver cómo el elegir bien las proteínas que comemos es una manera de cuidar nuestro hogar.
Hay un sinfín de cosas que cada uno de nosotros puede hacer para aportar con nuestro granito de arena a salvar el planeta Tierra, como siempre llevar nuestras bolsas reutilizables al supermercado y a las tiendas, cerrar la llave del agua cuando nos lavamos los dientes, tomar duchas cortas (o aún mejor, tomar duchas de marino), comprar bonos de carbono cuando viajamos en avión… Todo eso es bueno y necesario. Pero el comprar alimento producido responsablemente, cerca de donde vives y de productores o agricultores pequeños tiene un efecto ENORME en la salud del aire, agua, tierra, de las plantas y animales mismos que comes, de las personas que los cuidan y producen y en tu propia salud.
¿Cómo?
Veamos primero cómo la agricultura industrial y la producción bovina en particular está teniendo un impacto devastador en el medio ambiente.
Pensemos en el consumo de agua en la crianza vacuna industrial comparada con la crianza vacuna en granjas pequeñas donde los animales son pastados. De acuerdo a este estudio de la Universidad de California, Davis, la producción de un kilo de carne vacuno criado con métodos industriales en los EEUU requiere de 700 litros de agua, mientras que para producir un kilo de carne de pasto, solamente se requieren 380 litros de agua (según Nicolette Hahn Niman en su libro Defending Beef). Esta diferencia se debe en gran parte a que en la producción ganadera convencional, se alimentan a los animales con granos y soya, este último siendo un cultivo muy “sediento”.
Además de requerir mucho menos agua, las vacas que pasan sus días comiendo pastos en praderas mejoran la calidad del suelo. (Voy a basarme en lo que ya ha escrito Diana Rogers en muchos lugares, pero en este artículo en particular.) Para explicarlo de una manera muy sencilla, cualquier cosa que esté creciendo en el suelo (cultivos, bosques nativos, pasto… lo que sea) consume y agota los nutrientes presentes en el suelo y la mejor forma de reponerlos es por medio de aportes animales y vegetales. Aquí es donde los animales que viven en las praderas ayudan a mejorar la salud del suelo. Las vacas orinan y defecan en las praderas, y estos residuos son reintegrados en el suelo. El suelo saludable también requiere de sangre y huesos animales, los que las vacas de pasto también aportan al pasar la mayoría de sus vidas en las praderas. Al rotar regularmente las zonas en las que se alimentan los animales, se asegura de que no se “canse” la tierra y pueda seguir produciendo pasto óptimo. Al moverse de un lugar a otro, los animales van aireando el suelo con sus pezuñas, lo que ayuda con la retención de aguas lluvias y el secuestro de carbono en la tierra.
El argumento de muchos ecologistas de sillón que también son vegetarianos o veganos (como yo también lo fui en mi momento – vegetariana, no vegana – por motivos medio ambientales) es que la producción de animales para carne (bovina, porcina, aves, etc.) compite con el uso de suelos para la producción de cultivos. Esto simplemente no es verdad. Los animales que producimos para alimento pueden vivir – y muy bien – en terrenos no aptos para el cultivo.
Y recordemos el hecho que la carne de pasto generalmente se compra por medio de “cow shares” y agricultores pequeños de la zona, y esto significa que tu carne se transportará a tu casa o punto de entrega desde una distancia muy reducida. Muchos acá en Chile compramos carne chilena, si, pero en los supermercados se vende MUCHISIMA carne proveniente de Argentina y Brasil. ¡Mal, pues, mijito! Cómprate un freezer (que en realidad ya no son muy caros) y cómprate parte de una vaca que viajó probablemente menos de 200 kilómetros para llegar a donde vives, y no miles de kilómetros, como viajan las carnes brasileras.
Además, al comprarle carne de pasto a un agricultor pequeño y de la zona en la que vives, estás fomentando tu economía local en vez de entregarle tu dinero que ganaste con tanto esfuerzo a un conglomerado multinacional. Además estarás apoyando a tu comunidad, el trato respetuoso de obreros en las fincas y por supuesto estarás favoreciendo la crianza digna del animal que finalmente será tu alimento. (El cow share que me proveyó de mi delicioso 1/4 de vaquilla de pasto, orgánica y de la zona es The Santiago and Viña Cow Share. Únete al grupo para recibir las cartas informativas para aprender cómo funciona y saber cuándo es la próxima faena – generalmente son dos al año. Para mis lectores españoles, la agrícola que recomienda Edurne de Eva Muerda la Manzana es Vaca Negra.)
No nos olvidemos de comer el animal completo: casquería (también conocida como interiores), grasa (aquí te explico cómo hacer cebo), los huesos para hacer tu caldito ultra sanador, las patas del pollo o del pato o de cualquier animal, en realidad (las patas son suuuuuuuper buenas para hacer caldo). Así nada se desperdicia y menos animales deben morir para alimentarnos.
Y por supuesto está el argumento de la densidad nutritiva de los interiores.
No nos olvidemos que la carne de animales de pasto, free range, etc. contiene mucho mayor índice de minerales y vitaminas que la carne de animales criados “a lo industrial”.
Veamos una comparación con información obtenida de The Paleo Cure de Chris Kresser.
Ratio omega-6 (pro-inflamatorio) a omega-3 (anti-inflamatorio):
- Entre 1.5:1 y 2.1:1 para carne de pasto
- 6.3:1 – 7.1:1 para carne convencional (alimentada con granos)
- El salmón wild-caught contiene diez veces más omega-3 que omega-6
- El salmón de salmonera contiene 4 veces más omega-3 que omega-6
- El salmón wild-caught contiene 4 veces más vitamina D de lo que contiene el salmón de salmonera
La carne, los lácteos y las grasas de animales de pasto también son la mejor fuente de ácido alfalonoléico (posiblemente anticancerígeno incluso en dosis pequeñas).
Este es el contenido de vitaminas, minerales y micronutrientes de la carne de pasto en comparación a la carne convencional:
- Siete veces el contenido de betacaroteno
- Triple de vitamina E
- Más glutatión
- El doble de riboflavina (B2)
- Triple de tiamina (B1)
- 30% más calcio
- 5% más magnesio
¡Y esto es solamente el argumento en pro del consumo de animales de pasto, free-range, etc.! Ya entraré a hablar de otras formas en que el comer y vivir al estilo Paleo puede salvar el planeta, pero por ahora, detente a pensar en cómo estás impactando la Tierra con tu forma de comer. ¿Estás teniendo un impacto positivo o más bien negativo? ¿Cuáles cosas pequeñas puedes o estás dispuesto a comenzar a cambiar para ser más tierno y cariñoso con este planeta azule que tenemos el honor de llamar nuestro hogar? ¿Qué ya has hecho y cómo te ha impactado a ti ese cambio?
4 thoughts on “Paleo y sostenibilidad: Cómo el elegir tus carnes y pescados sabiamente es cuidar el planeta”