Si, esta receta incluye solamente tres ingredientes. Y aunque no lo creas, es absolutamente deliciosa.
Pensé que necesitaría sal o aceite de oliva o aceto balsámico o ALGO. La he probado con algo de sal agregada y un poco de aceite de oliva. Pero honestamente, la prefiero así, con la simpleza del limón reluciendo la desnudez de la betarraga y resaltando el frescor del cilantro.
Yo me crié comiendo betarraga hervida. Exquisita. Me encantaba. Y hace unos siete años la probé por primera vez cruda, rallada, como la guarnición de una ensalada que encontré en el primer recetario del restaurante Whitewater en Creston, BC en Canadá. Me fascinó. Pero tenía ese leve gusto a tierra que hace que muchas personas rechacen esta bella raíz.
Hace unos tres años empecé a fermentar zanahoria con betarraga. Y luego a servir zanahoria y betarraga rallada como ensalada. Rica combinación, pero no me mató.
En marzo de este año me enamoré de una ensalada de betarragas que mi mamá aprendió de una de sus amigas. La ensalada más sencilla y refrescante de la vida.
Luego de comerla con el almuerzo, ni se me pasa por la cabeza el querer algo dulce, pues esta preparación tan simple y destellante te sacia esa necesidad de dulzor que a veces te exige el paladar.
Espero tú también descubras una relación de amor con la humilde y pasada por alto betarraga.
Instrumentos
cuchillo
pelador
rallador
bol
Ingredientes
1 betarraga grande o 2 medianas
jugo de un limón bien jugoso (o 2 limones. A mi me gusta con mucho limón)
manojo de hojas cilantro, cortadas en rebanadas
Pasos
Lava la betarraga, córtale las puntas y pélala
Ralla la betarraga
Toma un atado de cilantro, sácale las hojas, lávalas y córtalas en rebanadas
Verte la betarraga rallada y el cilantro al bol
Exprime el jugo del limón y añádelo al bol
Probar y agregar más limón si crees que hace falta
Servir