Estoy publicando este reporte ultra-atrasadamente. Mi intención era tenerlo listo a mediados de abril y ya estamos a mediados de junio. Oops. Estuve distraída preparándome para un viaje a Australia y Nueva Zelandia en abril/mayo (sí, el nombre correcto es Nueva Zelandia, aunque me duela decirlo y escucharlo), y desde que volví que estoy absorta en volver a aprender a dormir (el jetlag me duró dos semanas – qué exagerado mi organismo), en combatir los mil y un resfriados revoloteando por mi oficina y en investigar a Extinction Rebellion. (Actualización 28 de agosto, 2019 – Para tener la información más reciente sobre charlas y actividades de Extinction Rebellion en Santiago, pincha aquí. Para Valparaíso, pincha aquí. Para Antofagasta, pincha aquí. Para Talca, pincha aquí. Para La Unión, pincha aquí. Si no vives en Chile, simplemente busca Extinction Rebellion y tu ciudad en Ecosia (motor de búsqueda como Google pero que con cada 45 búsquedas, plantan un árbol nativo a la zona en la que se está plantando – la puedes descargar en la App Store y también descargar una extensión para que sea tu motor de búsqueda por defecto, si usas Chrome). La rama santiaguina tendrá una charla el miércoles 21 de agosto a las 19:00 en HUB Providencia, Av. Manuel Montt 101 26 de junio a las 19:30 en el Auditorio del DuoC UC, sede Alameda, aquí en Santiago de Chile, por si quieres aprender quiénes son y cuáles son sus objetivos. Inscríbete para la charla aquí.)
Antes de seguir con mi reporte, debo abordar un tema importante (19 y 21 de junio, 2019)
En ese primer párrafo, seguro te saltó a la vista que haya viajado a Australia y Nueva Zelandia. Viajar en avión desde Chile hasta Australia y NZ ¿no es completamente contradictorio al objetivo de reducir los residuos, las emisiones, etc? Qué hipócrita esta Kari, que dice ser ambientalista pero viaja a lugares sumamente lejanos.
Y te respondo que tienes toda la razón.
Estoy de acuerdo contigo. Me sentí, y aún me siento, una hipócrita total al haber decidido aceptar la invitación de viajar a Australia.
Tal vez tomé la decisión correcta en aceptar la invitación de interpretar en la mesa redonda de una ONG querida con la que he trabajado varias veces como voluntaria. O tal vez fue la decisión incorrecta. El trabajo que hace la ONG alrededor del mundo de aliviar el sufrimiento de miles de niñas y niños maltratados y abandonados, y el servicio de interpretación que presté para que los latinos presentes pudieran plenamente participar del evento y con ese aprendizaje y compartir poder mejorar la calidad de su labor en sus países, tal vez no justifiquen la cantidad de emisiones que los vuelos que tomé depositaron en las capas altas de la atmósfera. Más emisiones = más gases de efecto invernadero = aumento de temperaturas planetarias = sufrimiento de la civilización humana, mundo animal, plantas, etc, dentro de 30 años (sufrimiento que ya se está experimentando, mayormente entre los pobres y marginados). Y las niñas y niños con quienes trabaja esta ONG mundial están sufriendo hoy y no hicieron nada para merecerlo. Como dijo una amiga querida anoche, ¿podemos acaso comparar los diversos sufrimientos de las personas, de la vida en general? No lo sé. Sí sé que en esta vida hay sufrimiento y sé que yo personalmente quiero y debo estar involucrada en su reducción. En mayo, decidí nuevamente involucrarme indirectamente en el trabajo de reducir el sufrimiento de miles de menores alrededor del mundo. Y en mi día a día, todos los días del año, decido involucrarme seriamente y de por vida en reducir mi propio impacto negativo en el planeta y en incidir política y socialmente en la transformación del sistema al que estamos atados.
No sé si en este caso puntual, uno (defender al desvalido) justifica al otro (contaminar para poder hacer ese trabajo de defensa). No sé si mi decisión fue la correcta. No tengo la respuesta.
Sí sé que el haber vivido casi-casi sin generar residuos durante mi turisteo pre-mesa redonda y el haber viajado en bus en vez de avión dentro de Nueva Zelandia no justifican el vuelo transpacífico desde y hacia Chile. En marzo empecé a donar mensualmente a Fundación Reforestemos para aumentar la cobertura arbórea en la zona centro sur de Chile y así secuestrar más CO2, pero (corríjanme si me equivoco), los árboles no pueden extraer CO2 de las capas superiores de la atmósfera donde contaminan los aviones. O sea, estas plantaciones tampoco mitigan realmente la contaminación que financié. Sigo con mi estilo de vida de mínimo consumo y mínima contaminación en todas las demás áreas. Pero nada de eso le resta a lo dañino que fueron esos vuelos que tomé.
Habrán muchas ocasiones en el futuro en las que nuevamente tendré que tomar decisiones de este tipo, y no serán fáciles de tomar. Dentro de dos años, toda mi familia inmediata (a excepción de mi hermano menor) y extendida vivirá en Canadá, EEUU y Australia y, por ahora, yo vivo en Chile. (Aunque lo más probable es que yo no me quede en Chile para siempre.) El tener familia esparcida por el mundo implica viajar en avión si los quieres volver a ver de este lado de la eternidad. No hago esos viajes muy a menudo, aunque estos últimos tres años han salido de lo común y he viajado bastante, 3 veces por voluntariados y 2 por visitar a la familia y conocer lugares con los que he soñado conocer hace años. Es posible que esta ONG u otra con la que he trabajado en el pasado me invite a alguna conferencia en otro rincón del mundo, y honestamente, no creo que les diga que no. Cada uno de nosotros debe tomar decisiones, grandes o pequeñas, en nuestro día a día de cómo vamos a impactar el medio ambiente y eso queda a juicio de cada uno. Yo puedo estar de acuerdo o no con la decisión de otro, o incluso con mi propia decisión, pero al fin y al cabo, es decisión de cada uno.
Como dije, puede ser que el aceptar la invitación a la mesa redonda en Sidney haya sido la incorrecta. No lo sé. Pero lo que sí sé es que seguiré luchando por nuestro planeta y seguiré investigando y escribiendo al respecto. Ten por seguro que cometeré errores y que tú también cometerás errores, pero no permitamos que esos errores nos desanimen en la misión de salvar la vida que existe en nuestro hermoso planeta.
OK. Luego de esa nota/aclaración ENORME… volvamos a lo que nos convoca.
Para recordarte de qué se trata mi experimento de consumo mínimo, te dejo a continuación el mismo resumen que escribí al principio de mi informe sobre mi primer trimestre de no comprar nada nuevo:
A mediados de octubre del 2018, a una semana de haberse publicado el reporte especial del IPCC sobre el cambio climático, decidí hacer un experimento personal/protesta social y no comprar nada nuevo por un año. (Aquí puedes descargar el reporte completo, capítulo por capítulo, en inglés.) En mi artículo describí qué se incluiría dentro de “nuevo” – o sea, qué trataría de no comprar durante este año experimental – y qué no estaría incluido.
Durante estos seis meses me he tenido que recordar muchas veces que una de las “reglas” que inventé era que no debo enojarme conmigo misma ni juzgarme ni condenarme por comprar algún objeto, particularmente si no era algo absolutamente necesario. La idea es replantearme qué significa “necesario”; qué cuenta como algo que “necesito”; cuándo es algo que quiero o deseo pero en realidad no necesito; cómo vivir mi vida de manera aún más sustentable. La idea era NO castigarme cuando decidía comprar algo nuevo… o cuando se me olvidaba que no estaría comprando cosas nuevas durante un año y me llevaba esa cosa que semi-necesitaba. La idea era motivarme a ser más consecuente con mis valores y ojalá servir de inspiración para que otros también empiecen a cambiar sus hábitos de consumo.
Decidí (a sugerencia de una lectora) irles contando cómo me va en esta nueva forma de vivir con aún menos consumo.
Entonces… aquí vamos con lo que compré durante el segundo trimestre.
Disco externo 2 TB
Mi laptop es un abuelito y el año pasado tuve problemillas con el disco duro, obligándome a llevar la máquina al taller. Desde ese entonces que he tenido que comprar un disco externo para hacer los respaldos periódicos necesarios (el disco externo que tengo ya lo llené), transferencia de datos, etc. Y bueno, tuve que comprar la cuestión. Había otras razones computinísticas que requerían de un disco duro externo nuevo, pero no tengo el vocabulario técnico necesario para poder explicártelo 😛 En resumidas cuentas… era necesaria la cuestión si quería poder seguir usando mi compu sin sacarme canas verdes.

Libro para mi sobrino. Antes de ir a la conferencia en Sidney a mediados, aproveché de turistear y visitar a mi prima y su familia, a quienes no había visto desde 2013. Como obviamente no podía llegar con las manos vacías, llevé de regalo para los adultos cosas que ya tenía, pero entre mis cosas no había nada que podría llevarle al hijo mayor. (No le llevé nada al hermano menor – un pequeño de un año y medio no va a entender el significado de un regalo 😛 ) Así que le compré un libro bilingüe de mi librería favorita (ahora clausurada) al nene de 5 años. Al menos el libro era de escritura, ilustración e impresión nacional – ¡vamos por el fomento de la producción nacional! (Punto aparte pero de igual manera relacionada: Algunos podrían decir que como esta compra no era para mí, no se debería incluir en la lista. Pero el propósito de reducir las compras es exigirle cada vez menos materia prima al planeta – no importa si esa materia prima compone un objeto que compré para mí o para otra persona. El objetivo es reducir la demanda sobre nuestra Tierra que ya está en sobregiro.)
Y eso sería. Solo compré dos cosas nuevas entre mediados de enero y mediados de abril. Vamos progresando. Veamos si para el tercer trimestre logro comprar solamente una cosa nueva.
¿Te has unido al desafío de comprar menos? ¿Cómo te ha ido? ¿Cuánto tiempo te propusiste para no comprar cosas nuevas? ¿O te has unido a una de las muchas campañas de no comprar ropa nueva (por 3 meses, por 6 meses, por 52 semanas)? Cuéntame en los comentarios.
No olvidemos que, para tener un impacto más amplio, profundo y duradero, es esencial que nuestros cambios conductuales personales vayan de la mano con la participación política y el exigir un trato responsable hacia el planeta. Es de importancia fundamental que votes en tus elecciones municipales, parlamentarias y nacionales y pongas a personas con conciencia ecológica en los escaños políticos. Son las personas elegidas – elegidas por ti y por mí – las que promulgan leyes, que hacen cambios a nivel nacional, regional, continental. También recuerda que las empresas cambiarán sus prácticas al ser presionadas públicamente por la población (piensa redes sociales.) Considera unirte a tu rama local de Extinction Rebellion y/o Fridays for Future (googlea Fridays for Future y tu país o ciudad) y ver cómo los puedes apoyar de manera activa y práctica. Los cambios que tú y yo hacemos en nuestras vidas cotidianas envían un mensaje al mercado y a los gobernantes. Ahora amplifiquemos ese mensaje y fortalezcamos su efecto con nuestro voto, con nuestra participación ciudadana en protestas y desobediencia civil pacífica, con una participación activa en las redes sociales, con exigirles a empresas e instituciones de todo tipo que cumplan con un estándar mucho más alto de responsabilidad y conservación del planeta. El poder está con el pueblo, y el pueblo somos tú y yo. Usemos ese poder para traer transformación a un nivel global.
O sea, dices que te privas de comprar nada nuevo para así apoyar a la reducción de la contaminación y el cambio climático, pero tienes la desfachatez de decir que te has ido de viaje a Australia y Nueva Zelanda, porque imagino que no te habrás ido nadando o remando por tus propios medios, sino en avión, que sabes perfectamente que es el medio de transporte más contaminante que existe además del impacto tan negativo que hace el turismo en las ciudades donde se asienta. Sé un poco más congruente en lo que dices. Estos jipijos no tienen remedio, son todos igual de hipócritas e incongeuentes.
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Hola Arnau,
Gracias por tu comentario.
Comparto tu opinión: me sentí, y aún me siento, una hipócrita total al haber decidido aceptar la invitación de volar hasta Australia a ayudar en una mesa redonda. Porque, como dices, la aviación es sumamente contaminante.
Mi reacción automática al leer tu comentario fue querer defenderme, justificar mi decisión, pero en realidad no tiene justificación. Viajar en avión desde Chile hasta Australia y NZ es contrario al cuidado ambiental. Bueno, es la decisión que tomé y ya no hay vuelta atrás. Haya sido correcta o no, seguiré luchando por nuestro hogar. Gracias, Arnau, por motivarme a esforzarme por ser más congruente día a día. Y gracias, también, por recordarme que los temas de la congruencia y la hipocresía debí haberlos abordado en el artículo (que enmendaré ahora).
Un abrazo
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